sábado, 29 de mayo de 2010

miércoles 21 de abril de 2010 04:33

Recién fui hasta la cocina a buscar algo y me dí cuenta de mis pies descalzos contra el suelo. Sentí mis pies, delgados, flexibles, sentí por un momento la riqueza de tener un cuerpo, de tener pies, unos pies sanos que se doblaban con facilidad trasladándome desde la habitación a la cocina.

Un rato antes al terminar una tableta de chocolate águila me pasó algo parecido. Hice un bollo con el envoltorio y de pronto me di cuenta de lo precioso que era, delicadamente diseñado en marrón blanco y rosa en un papel grueso y satinado, y el papel plateado de adentro, que se puede planchar y despegar de la capa de papel manteca que tiene adherido y te queda una hojita que parece de puro metal, es hermoso. Eso, la sensación del lujo que nos rodea y no lo apreciamos, no nos damos cuenta.

3 comentarios:

inu dijo...

Si tambien la vida es una experiencia única...

Señor De la Vega dijo...

Mi Señora Doña Inés,
Yo sentí al leerla,
que me alegro de mi capacidad adquirida de leer
de mi capacidad innata de observar y ser curioso
de mi deseo de ver a través de la mirada de los otros
incluso de mirar gracias a sus pies mis pies
o el impulso de comerme un chocolate
y al arrancar el envoltorio desear escribirle
y conseguirlo.
Suyo, Z+-----

Inés Jankowski, dijo...

Ha visto, ha visto? ¡está buenísimo ser persona!